domingo, 21 de junio de 2020

Castanesa. Hemos caído en el victimismo

Ha pasado algo más de un año desde que uno de nuestros compañeros escribiera un artículo de opinión acerca del proyecto de ampliación de la estación de esquí de Cerler por Castanesa. Como bien sabréis, el plan sigue en pie incluso tras una pandemia que ha obligado a endeudarse a las administraciones públicas como nunca, lo que debería llevar a una redistribución de los fondos públicos hacia las actividades esenciales. Es más, el plan sigue en pie en un escenario de cambio climático que mermará la cobertura de nieve.

Nuestro compañero escribió el artículo a raíz de la crónica El "rescate" del proyecto de ampliación de la estación de Cerler ilusiona al territorio.

Ampliación por Castanesa: especulación urbanística disfrazada de desarrollo rural

Aprovechando la campaña que la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón está impulsando para el mes de julio, publicamos el artículo antes mencionado:


Voy a decir algo que en el territorio es bastante impopular. El primer sentimiento que me ha surgido al ver la noticia, en lugar de ilusión, ha sido tristeza. Y según iba leyendo el artículo, esa aflicción por mi comarca, por el mundo rural... se afianzaba.

Pena.

Pena por las declaraciones ilusionadas de los habitantes. Pena porque demuestran que, en realidad, se ha perdido la esperanza. Pena porque ya no confiamos en nosotros. Pena porque se deja todo en manos de la administración estatal, autonómica y de los turistas. Pena porque no vemos otra alternativa. Pena por los espacios naturales. Pena porque ha calado una mentalidad que, y no os engañéis, ni mucho menos va a recuperar el mundo rural. Pena porque nuestros pueblos, nuestras casas, hoy están un paso más cerca de morir.

Se ha instaurado la lógica de los megaproyectos y de jugárselo todo a una bala (esquí, porcino). Y en este caso, acompañado de ARAMÓN; empresa rodeada de dudas, críticas, opacidades y de una de las mayores deudas del gobierno de Aragón.

¿Qué pasaría si un día la ruleta rusa con la que estamos jugando año tras año nos falla? ¿No vemos las protestas en el municipio turolense de Andorra ahora que van a cerrar su principal industria? Y aunque fuera la solución, ¿acaso puede construirse una gran industria en cada pueblo?

Pero es que, aun con la supuesta gallina de los huevos de oro, seguimos perdiendo población. Y nos nubla la vista haciendo que algunos quieran seguir poniendo todos los huevos en la misma cesta (y aumentar la capacidad de la cesta) en lugar de buscar alternativas más eficientes, más sostenibles, más justas y con mayor repercusión en la mayoría de la población (en vez de ir a parar la mayoría de los beneficios a la pocha de los tres o cuatro de siempre).

No se ve otra alternativa. Y lo peor es que dependemos de que sigan viniendo los turistas a dejarnos el dinero. Está bien que haya una industria turística, pero no podemos depender únicamente de los demás. Debemos buscar otros modos de generar ingresos. Estoy pensando en cooperativas, en ser nosotros los que exportemos manufacturas. No solo vender materias primas para después comprar productos terminados... Es básico, no podemos tener una balanza comercial negativa.

Hay otras opciones.

La primera y básica, exigir la financiación de la LEY PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE DEL MEDIO RURAL. Aprobada por el Congreso de los Diputados en 2007 ha sido, sin embargo, constantemente ignorada por todos los gobiernos. Esta Ley es apoyada por la mayoría de sindicatos agrarios y colectivos del mundo rural y cuenta con los afectados. Y es que repoblar los pueblos es posible. Escocia y Noruega son un ejemplo de cómo han revertido la sangría poblacional y sin megaproyectos.

Y la segunda, e incluso más importante, CONFIAR EN NOSOTROS MISMOS. No caigamos en el victimismo que “alarga sine die la solución a los problemas”. Los ayuntamientos, con el empuje de la población, tienen que ser capaces de realizar proyectos que atraigan a los que se han ido, a los que quieren venir y a los que pensarían en venir. Hay decenas de ejemplos de pequeños municipios (y subrayo lo de pequeños) que con confianza, poca financiación y muchas ganas están llevando a cabo exitosos proyectos contra la despoblación. No me canso en poner el ejemplo de Empenta Artieda.

Sin embargo, ¿veis algún proyecto de este tipo en los municipios de nuestra querida Ribagorza? Que un ayuntamiento no encare el PRINCIPAL problema que tiene es de una gestión nefasta y vergonzosa. Y ahí es donde quienes queremos vivir en nuestro pueblo debemos empujar y exigir medidas.

Por último, no nos olvidemos de las graves afecciones que estos megaproyectos ocasionan en el medioambiente. Tanto el esquí, como, sobre todo, la barbaridad de granjas de porcino que se están creando. No podemos destruir uno de los principales tesoros de que disfrutamos quienes somos de pueblo y que constituye nuestra mayor riqueza.

NO estoy en contra del esquí, NO estoy en contra de la industria porcina. Estoy en contra de la gestión actual. Estoy en contra del exceso. Esa es la cuestión, ¿qué modelo de comarca, de país, queremos?: 
¿Una comarca dependiente del turismo y con una única industria exportadora fuerte que contamina nuestros ríos, nuestros acuíferos, nuestros campos...?  ¿Una industria que tal como vaya creciendo, vaya destruyendo nuestra tierra? ¿Pan para hoy y hambre para mañana?

¿O una comarca sostenible, laboralmente diversificada, que mantenga el patrimonio natural, que cree trabajo restaurando el patrimonio cultural, dependiente de nosotros?

Esa es la cuestión... y yo tengo muy claro donde me verán luchando.

¡Por un mundo rural vivo!


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